Magnífica ubicación a pie de playa. Por fin hemos pillado mesa (mediados de octubre), pues lo hemos intentado varias veces en el verano y, sin reserva, es imposible. Siempre hay cola esperando en la puerta. Este hecho y las reseñas leídas son las que nos han "obligado" a probarlo. Nos sentaron nada más llegar y nos trajeron la bebida enseguida, eso sí, sin tapita de bienvenida (en otras mesas sí que las vimos); no obstante, la comida llegó inmediatamente, no tuvimos que esperar ni tres minutos. Un espeto de sardinas muy bien hechas y sabrosas. Unas almejas salteadas buenísimas (no eran chirlas). Imprescindible pedir pan, para sopar. Una ración de calamar nacional frito. Algo escasa pero muy buenos y bien fritos. Y con su alioli ... ¡qué rico! Los postres excelentes, tanto la crema catalana (en pocos restaurantes la ves en la actualidad), totalmente casera, con su costra, como un delicioso coulant con helado de naranja y que preparan, como debe ser, en el momento de pedirlo. El café cortado bien hecho. El licor de hierbas (me lo tomé con hielo) no era de calidad y mucho menos para cobrar 4 euros por él. Sin duda un aspecto a mejorar. Buscar un buen licor de hierbas gallego para servirlo por copas y, en todo caso, dejar esos secundarios si es que ofrecen chupitos gratis. Lugar al que volveremos a probar otros platos. Por cierto, al salir nos dimos cuenta que tenían un expositor pequeño con unos carabineros, gambas rojas y otros pescados con muy buen aspecto. En la carta no los vimos.

Destacar el servicio rápido y eficiente de los camareros. Muy guapo como está decorado. Hacen espetos. No reservan, es por orden de llegada, hay que ir a comer a las 14:00 o cenar a las 9:00 si no quieres esperar. Las raciones son muy grandes.