Comí ahí está semana francamente bien, muy buen vino y muy bien la comida. Me encanto.
Ya había estado otras veces, y pese al año tan complicado que lleva el sector, el sitio sigue estando "pa repetir".
Cervezas muy frías, interior del local decorado con mucho arte y con un gran encanto, lleno de barriles antiguos y bancos y mesas de madera rústicos. Probamos un carpaccio delicioso fuera de carta, patatas semáforo con tres salsas buenísimas y tacos de solomillo con setas que recomiendo mejor para un almuerzo porque es un plato más contundente, aunque buenísimo. El camarero que nos atendió fue muy muy amable y atento. En todo momento se interesaba por qué nos parecían los platos. Mejor ir con tiempo porque cuando salimos ya había cola para cenar.
El sitio en sí es bonito: tiene una terraza amplia y por dentro la decoración es muy curiosa de ver. Los camareros muy rápidos, simpáticos y cercanos (como anécdota, uno de ellos puso a Kiss por mi camiseta, detalle a destacar). La comida, de 10: mucha cantidad y calidad, auténtica comida asturiana. En cuanto a precios, coherentes y acorde a lo que ofrecen.
En definitiva, si puedo volveré y lo recomendaré a todo aquel que pase por Cangas de Onís. Y un saludo al camarero que tuvo el detallazo, un grande!!!
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