Un sitio pequeñito donde hemos comido 4 adultos y 4 niños de maravilla. Bien atendido y con buenos precios. El zorongollo espectacular. La carrillera muy tierna y muy rica.
La comida está bien, en cantidad y en calidad y el precio es razonable. La decoracion es correcta, rural, acorde con el lugar. Pero lo mejor de la comida ha sido, sin duda, el servicio. Una camarera de unos veintipocos años, con gafitas redondas doradas y el pelo recogido en un moño, una chica encantadora, servicial, educadisima, amable, sonriente....de verdad que da gusto cuando te atienden de esa manera. Un 10 para esa chica, de verdad. Lo que sí deberían corregir es poner un datáfono para que se pueda pagar con tarjeta, porque hoy en día casi todo el mundo espera poder pagar con tarjeta.
Tito es un sabio. Escucharle en su preciosa bodega no tiene precio. Y por si fuera poco se come de lujo.
Momentazo!!
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