Impresionante finca situada en la ruta de "La pedra en sec", camino que va de Sóller a Deià. Un lugar idílico, con unas vistas de ensueño, delito no pararse, por lo menos a contemplar las vistas. Las tartas buenísimas y las quiches tremendas. Los precios quizás un poco elevados para los mallorquines, pero está enfocado al turismo. Ojo, que después de hacer mitad del camino, un descansito y un piscolabis sientan de maravilla.
El servicio no sale a atender las mesas, sino que hay que acercarse dentro a pedir, pero sin problemas, muy atentas.
Un lugar increíble. De paso del GR221 es ideal para merendar o desayunar si haces de Deia a Soller. Las tartas caseras son deliciosas. La atención inmejorable. Hay que llegar andando. En coche el parking es complicado.
Increíble lugar para hacer una parada. Vistas maravillosas. Muy buenos vinos y sus postres son muy recomendables.
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