En Casa Olga hay que separa dos aspectos a la hora de valorar el local. El puramente gastronómico, ahí la langosta, su producto estrella, no ofrece dudas sobre su calidad, extraordinaria, sin olvidar su rica empanada o la merluza. Por otro lado está la puesta en escena que su propietaria lleva años haciendo a sus clientes durante la comida, que a pesar de sus 90 años continúa realizando plena de vitalismo. El servicio es rápido. El precio de la comida viene determinado por la langosta.
Si buscas tomar langostas en una localidad señera por este producto, Casa Olga no te dejará indiferente. La calidad de sus productos es excelente. La langosta inigualable, sea del tamaño que sea. Está en su punto, con una calidad superior. Y cualquier cosa que degustes, sea empañada o marisco, está espectacular. De los postres recomiendo la tarta de queso. Insuperable.
Y luego está el local, sin grandes pretensiones, con su ronco a la nostalgia del ayer, con símbolos de Franco a quien profesa cierta devoción Olga, que no oculta ser una mujer de derechas muy pro activa y muy tolerante. Ella vende su producto, la langosta y la nostalgia franquista. Total, que estás en un sitio muy particular para disfrutar de una gran cocina. Y eso es lo que vale.
Restaurante totalmente casero de trato familiar y cercano. Marisco de excelentísima calidad. Muy muy agradable. Este no es el restaurante pijo de lujo y postureo. Es para comer calidad de verdad. Materia prima de lujo. Lo malo es que la abuela es muy facha pero se le perdona por simpática. Un 10 no. Un 12
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