Restaurante original, con mucho gusto y trato. Tiene un viejo molino como parte e la fachada. El interior es muy cuidado y agradable. Tiene una zona de interior y otra con terraza y cierre para el invierno. Comida a la carta con precios medio alto y mucha variedad, carne, pescados, mariscos y para finalizar un carro surtido de tartas. Situado en lo alto de una linda con buenas vistas abiertas al mar.
Rica comida y limpieza absoluta, lo mejor los postres que ofrecen y los entrantes. Recomiendo las endivias al queso roquefort y que si las condiciones meteorológicas son buenas, comáis en la terraza de fuera ya que es muy agradable.
Buenas vistas y comida de calidad, pero servicio muy lento. Demoró más de 30 mins entre plato y plato, y casi más para pedir la cuenta.
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