Es un restaurante súper familiar, fuimos a comer tarde y nos atendieron sin problema. Se pueden medir medias raciones, de forma que se pueden probar más platos.
La comida estaba buenísima y calidad precio es expectacular.
Comimos:
- Queso blanco, típico de allí, con el mojo esta muy rico
- Garbanzas, están muy ricos
- Potas en salsa, espectaculares
- Almogrote, lleva queso fuerte y es ligeramente picante.
- Papas arrugas
Uno está en el sitio más remoto de la isla, sin apenas turistas y ve un bar viejecillo, con una excelente señora mayor dirigiendo el tema, y tras sentarse a comer, se encuentra con una comida deliciosa y un servicio familiar como pocos a un precio imbatible. Volveremos!
Excelente atención, por su propia dueña, amable y atenta a los comensales. Me encantó y repetiría son duda. Local sencillo, pero la comida es lo mejor y los precios accesibles. No dejen de tomarse su chupito de vino de mora. Un lujo
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