El local es muy amplio y moderno.
El trato recibido no pudo ser mejor, había solo una chica sirviendo y se apañaba muy bien.
La comida estuvo buena. He leído reseñas criticando la cantidad de los platos, pero durante mi visita los platos tuvieron una cantidad estándar. Matizar que pedimos carta y no menú.
Mi única queja sería que el baño está en un piso inferior y si eres una persona con diversidad funcional pues es posible que no puedas ir.
El canelón de pollo en pepitoria muy bueno. Los postres muy originales, pero como avisan en el restaurante hay que pedirlos al pedir la comida porque tardan en hacerlos. Buen sitio calidad precio.
Experiencia de 10. La comida es espectacular por el precio y la camarera súper simpática y atenta. Pedimos media ración de cada croqueta (son enormes) y ambas deliciosas, rebozadas en panko muy crocante. Seguimos con la fideuá negra: explosión de sabor, muy intensa y buena ración, coronada por unos gambones a la brasa sublimes. Por último el huevo, trampantojo de huevo de chocolate relleno de mousse de coco y puré de mango helado; digno de restaurantes de renombre. Además, el ambiente es muy agradable.
Pagamos 35€ dos personas con agua y una cerveza. Volveremos
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