Experiencia buena. Trato correcto. Lugar y atmósfera fantástica aunque apagaran la música antes de irnos de la mesa. Xató muy bueno (forma parte de la ruta del xató de Villafranca, justo en temporada). Aperitivo de la casa bueno. Pan bueno (además avisan en carta que si no lo pides no te lo van a cobrar; importante porque en otros lugares te lo cobran directamente) acompañado de un aceite de arbequina buenísimo seleccionado y etiquetado para el restaurante. Los macarrones a la cardenal, especialidad desde hace muchos años del chef Carles Gaig, no cumplieron nuestras expectativas; primeramente llegaron fríos, por lo que se tuvieron que recalentar. Al volver dicho plato venían con los macarrones caídos y sin el queso rallado. Además que la presentación del plato no era como habíamos visto en el recetario del chef Carles el sabor acabó siendo correcto pero con mucho aceite y con el cerdo ibérico muy cocido, seco y de difícil masticar (tendremos que probarlo de nuevo en alguno de sus restaurantes para poder asegurar lo espléndido del mismo). De plato principal comimos las albóndigas con sepia el cual fue correcto, con la sepia buena, la salsa muy buena pero la albóndiga era jugosa aunque la carne no parecía muy fresca además de tener una mezcla nada agradable al masticar. Por último, acabamos con una lionesas de nata muy buena, chocolate bueno pero con una masa algo seca que no acabó de hacernos disfrutar el postre. Con el café nos pusieron unas trufas correctas. Por último tomamos un Petit Caus 2020, D.O. Penedés muy bueno. Lo más seguro es que volvamos para probar el menú semanal de medio días y probar de nuevo los macarrones que tanto deseamos disfrutar. Gracias

Restaurante muy coqueto y muy buena atención. La carta es corta pero muy equilibrada. Gran calidad en los platos y en la materia prima. Una joya en Vilafranca. Para repetir seguro!!!!