Sitio tranquilo donde tomar uno de sus vinos disfrutando de las vistas de los volcanes aledaños. Está regentado por lugareños, es un lugar auténtico: alejado de las bodegas modernas. El vino se sirve en copita casi desbordando, es sencillo y humilde al igual que el lugar. Y se disfruta sin necesitar las modernidades de copa grande para poder olerlo, simplemente es algo que no se necesita. Puedes acompañar al vino con queso (es tipo fresco prensado), tiene sabor muy suave. Y también por tomates con orégano y sal. Me ha encantado poder pasar un par de ratos agradables hablando con los dueños: el primer contacto cuesta un poco y aunque hablan sólo español, se hacen entender con todos los extranjeros. Me alegra haber descubierto un poco más del lugar y de las tradiciones. Algo que se está perdiendo con otros sitios que son muy turísticos y mimetizados por la globalización. Si vas a comprar alguna botella de vino, recomendable probar todos y después elegir porque te puedes sorprender. Te servirán una pequeña muestra en vasos de chupito y, si compras, seguramente te regalen esa pequeña cata. También puedes hacer la cata en vasos de chupito sin comprar: esto tiene coste. El vino está en torno a los 15€: precio inferior a los que se sirven en la zona (botella de cristal transparente). Importante: sólo se admite cash. ¡Volveremos cada vez que vengamos a Lanzarote!