El restaurante está excepcionalmente situado en todo lo alto del antiguo cine Carlos III y está distribuido en forma de palco, de manera que ves todo lo que hay alrededor y sobre todo en la parte inferior. Está muy bien ambientado y es cómodo y acogedor. Está integrado en un "multiespacio" donde además hay tiendas gastronómicas y otros locales de restauración. Tienen una ligera música de fondo y actuaciones en directo según el horario. Sólo le falta las vistas al mar para otorgarle las 10 estrellas. La carta no es muy extensa pero más que suficiente. Tiene ocho o diez entrantes, cocas, ensaladas, dos platos de pucheros, tartares, unos cuantos de carne y pescado, un carpaccio y uno de arroz y otro de huevos. Los platos en general están bien de tamaño y cantidad, y la relación calidad / cantidad / precio es buena. El plato más caro son 21 ó 22 euros y tienes otros de 12 ó 15 o inferior. En nuestro caso todo lo que pedimos estuvo muy rico. De entrantes pedimos para compartir canelones, las bolas de patatas y la coca. Todo muy bueno. Y de segundo el arroz meloso, las hamburguesas, y los garbanzos. Todo muy rico. De postre el hojaldre estaba muy bueno, las torrijas... flojas y la tarta de queso correcta, quizá se echaba en falta la galleta. El servicio correcto, y los platos que eran para compartir fueron servidos por los camareros. Hay dos peros. Uno es que fueron uuun pelínnn lentos. Y otro es que no hay manteles ni salva manteles ni nada donde apoyar los cubiertos y teniendo en cuenta que las mesas son de madera...y el restaurante tiene una estrella Michelin...se hace necesario poner "algo" sólo por higiene.

El local de Ramon Freire ha bajado bastante de afluencia y ahora es fácil encontrar mesa. La comida sigue igual de buena que siempre, pero el nivel de servicio ha ido a menos. Por el mismo dinero es preferible ir a Ático, también de Freixa.