Un sitio con encanto y buena carta en la ruta de los pueblos negros de Guadalajara. El entrecot estaba buenísimo, la tácita de caldo que pedimos (porque habíamos pasado bastante frío de ruta) estaba deliciosa. Las camareras, muy simpáticas. Íbamos con Perro y, evidentemente dentro del local no íbamos a comer, por lo que pedimos comer en la terraza, nos lo montamos nosotros, que no nos importó. Comentaron que deberíamos ir dentro a pedir y a recoger los platos... Que finalmente nos lo trajeron ellas. volveremos porque nos quedamos con las ganas de pedir más cosas.
Llegamos por casualidad un lunes haciendo una ruta y fue una grata sorpresa.
Comida buena, bien de precio, el local muy limpio y las camareras muy simpáticas.
Una de ellas nos recomendó pedir media tortilla porque iba a ser mucho y tenía razón, cosa que siempre es de agradecer.
Buenas raciones y atención muy profesional. Somarro a la brasa. Boletus en su punto y migas sabrosas.
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