Pedimos la sugerencia del camarero, que eran unos calamares y una paella de marisco. Los calamares muy buenos, un pelín duros en mi opinión pero se notaban que eran frescos. La paella estaba algo falta de gusto y con mucho colorante, pero el marisco que llevaba no era escaso, se notaba fresco y estaba muy bueno. De postre hicimos la tarta de la abuela, muy buena. Precios estándar y más teniendo en cuenta que estás en un pueblo costero, comiendo marisco fresco.
Queríamos algo caliente y fue el único que tenía una fabada asturiana y encima buenísima … también probamo las zamburiñas que nos encantaron. El dueño es un amor en todo momento fue muy agradable … volveremos
Comida excelente y unas zamburiñas de 10. La única pega es que por ser lunes no tienen mucha variedad. El servicio deja un poco que desear.
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